Este post va a ser muy breve, pero no por ello menos intenso. Supongamos que llegas a tu carnicería habitual y ves que el entrecôte de buey tiene no sólo una pinta estupenda sino un precio de lo más apetecible (a 9,90 euros el kilo, oiga). Total que acabé en la cocina con dos entrecôtes de unos 200 gramos cada uno. Los limpié un poquito de esa grasa que suelen llevar en la parte de arriba y los unté muy ligeramente de AOVE y los churrusqué en la plancha. Pues vaya novedad, dirá alguno.
La novedad, para mí, estuvo en la guarnición. Los efectos de la huelga del transporte habían mermado las existencias de ensaladas y lechugas, así como de tomates, y no me apetecía poner patatas como guarnición (al menos de las fritas). ¿La solución? Un bote de unos 700 gramos de «Jardinera GVTARRA» que, con un poquito de AOVE estuvo en la sartén y a la que añadí una generosa cantidad de romero, tomillo, pimienta blanca y orégano. La cocina se perfumó en un momento y la jardinera (un surtido de guisante, zanahoria chiquita y patata cocida) multiplicó su sabor por cinco.
Al final, me gustó más la guarnición que la carne. Y me imagino que si en vez de AOVE le llego a poner un poco de esa grasa de pato que viene en las latas de los confits, la cosa habría sido apoteósica.
Pisto.