Un año de pistoynopisto

El teléfono móvil empieza a vibrar sobre la tapa de cristal al ácido de la mesa baja que se interpone entre el sofá y el televisor. Casi inmediatamente, la melodía de Les Choristes logra sacarme del sopor posterior a la cena. ¿Sí? respondo. Hola, ¿qué tal? pregunta nopisto. Pues aquí estaba, quedándome grogui y con pocas ganas de empezar la semana, ¿y vosotros?. Bien, gracias. Pues tu dirás… . Verás, es que me he dado cuenta que el miércoles se cumple un año del primer post del blog y… . ¿Un año? ¿ya?. Pues sí, exactamente el ocho de marzo. Caray, no me había dado cuenta. Yo tampoco, pero el otro día estaba repasando algunas anotaciones anteriores y me dí cuenta que la primera es de esa fecha. Qué bien, ¿no? un año ya. La verdad es que ha pasado muy rápido. ¿Te acuerdas que cuando te lo propuse eras muy escéptico? Sí, pero es que ya tengo suficientes obligaciones y no quería tener la obligación de escribir todos los días. Y, ¿qué balance haces? ¿te has sentido obligado a escribir?. No, la verdad es que me lo he pasado bien. Creo que hemos mantenido un buen ritmo. Y, ¿cómo van las estadísticas? Pues estamos estabilizados en unas mil visitas diarias. Oye, no está mal. Da un poco de miedo eso de que mil personas, a la mayor parte de las cuales no conoces de nada, lean de alguna forma lo que se nos haya pasado por la cabeza ese día. No lo había pensado pero, sí que asusta un poco, a mí me han llegado a reconocer por la calle. ¿Ah, sí? qué miedo; en cualquier caso, supongo que en el fondo escribimos para que nos lean, ¿no?. Supongo que sí, pero aún así me infunde respeto. A lo mejor deberíamos plantearnos escribir de otras cosas, o ver qué es lo que más llama atención en función de las estadísticas; ¿qué opinas?. No merece la pena… Yo pienso que vale más escribir de lo que nos llame la atención, lo que nosotros querríamos leer en un blog. ¿No quieres que el blog crezca? Sí, pero no a costa de escribir anotaciones sobre cosas que no me motiven. Entonces ¿seguimos otro año?. Mientras sea divertido, a mí me gustaría seguir. Yo pienso igual. Oye, te voy a dejar que me caigo de sueño y mañana tengo que madrugar. Sí, yo también. Ya hablamos. Chao. El teléfono volvió a quedar sobre la misma tapa de cristal al ácido de la mesa, apagué el televisor, apagué la lámpara, me lavé los dientes, me puse el pijama. Fundido a negro.

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