Todos a los que nos gusta el vino, en especial los vinos maduros, terminamos por rendirnos a la evidencia de que en nuestros apartamentos es difícil conservar nuestras botellas. Quienes viven en una vivienda unifamiliar o tienen una casa en el pueblo lo tienen más fácil, pero los apartamentos cada vez son más pequeños y si no hay espacio apenas para la ropa, como para pensar en el vino. Y eso que en nuestras ciudades no se dan los casos extremos de ciudades como Nueva York o Tokio, donde el metro cuadrado es un bien tremendamente escaso.
El vino, supongo que no hace falta explicarlo, es un alimento vivo y, como tal, susceptible de evolucionar en el tiempo. Pero por supuesto, para ello es necesario mantener unas condiciones de conservación que podríamos resumir en (1) una temperatura idealmente entre 12 y 18 grados, sin grandes variaciones intradía y (2) unas condiciones de humedad de entre el 50% y el 70%, que permitan mantener los corchos húmedos sin deteriorar las etiquetas.
Hoy en día existen armarios climatizados que replican estas condiciones, con diferentes marcas y diferentes tecnologías que van desde electrodomésticos con compresor similares a una nevera (con control de humedad) hasta sistemas carentes totalmente de vibraciones. Los precios también son variables, en función de la marca, los materiales (chapa, cristal, acero, madera). Yo estoy personalmente satisfecho con un armario de la marca Liebherr que es de los más asequibles y que, para un número moderado de botellas sin pretensiones de llegar al Siglo XXII me parece suficiente.
Pero, de un tiempo a esta parte, vengo leyendo sobre empresas que ofrecen servicios de conservación de vinos fuera del domicilio. Es tradicional en el mercado británico que los grandes compradores particulares de vinos (sobre todo de Burdeos) contratasen con su comerciante un servicio de almacenamiento «in bond» (sin pagar los impuestos de alcohol y al consumo), pensando muchas veces en la posibilidad de revenderlos en el futuro con un beneficio.
Sin embargo, de lo que quería hablar hoy es de empresas que alquilan espacios en un local perfectamente acondicionado para la conservación de vinos. Estas empresas ofrecen:
a) La posibilidad de recepcionar vinos que se compran a distancia, sin necesidad de tener que estar presente en casa durante el reparto para luego llevarlos al local.
b) Una gestión de stocks con una aplicación personalizada (estilo cellartracker a pequeña escala).
c) Condiciones de conservación monitorizadas en tiempo real, de modo que el usuario puede ver, en internet, o a través de una aplicación para su smartphone, la temperatura y humedad de su bodega en tiempo real, e incluso una webcam de su espacio.
d) Un seguro de robo, inundación, incendio de los vinos depositados.
e) Un servicio de broker por el cual se ofrecen los vinos de un usuario en el mercado (dándole al usuario la posibilidad de revender sus vinos con facilidad).
f) Un servicio de entrega a domicilio dentro de la ciudad en la que está el local.
Todos estos servicios, por supuesto, tienen un coste (que desconozco) pero que necesariamente deben cubrir la inversión en aislamiento o la energía para refrigerar y humedecer, así como las elevadas primas de seguro asociadas a vinos que, previsiblemente, serán caros.
En los Estados Unidos de América, que es donde más frecuentemente he visto este tipo de oferta, las posibilidades van desde alquilar una taquilla (locker) en la que entran 24 ó 48 botellas de vino, hasta habitaciones completas en las que pueden conservarse miles de botellas en perfectas condiciones.
Este tipo de servicios no está exento de complicaciones. Por un lado, que los coleccionistas de vino son un poco fetichistas y les gusta ver sus botellas de vez en cuando. Por otro, que el control sobre los accesos al local son críticos dado que los precios de ciertas botellas las hacen muy apetecibles para los amigos de lo ajeno, lo cual hace totalmente necesario incurrir en seguros cuyas primas son elevadas.
Algunos precios típicos para este tipo de servicios pueden ser de $2 por caja (12 botellas) y mes, así como una tasa por retirar una botella ($3) o una caja ($15). En otros casos, se trata de una cantidad por botella y mes sin tasas de entrada o retirada.
¿En qué fijarse? En que las condiciones de aislamiento sean al menos tan importantes como las de refrigeración y mantenimiento de la humedad (protege frente a caídas de la energía). Que el local disponga de generación de electricidad autónoma alternativa a la energía eléctrica (por la misma protección). Solidez financiera de quien nos presta el servicio. En tener confianza en el personal a cargo de la empresa (que no haya demasiada rotación de empleados).
pisto
El tema está en que yo exigiría, como cliente, un contrato a muy largo plazo. Porque, ¿qué hago con mi bodega si al propietario se le ocurre cerrar dentro de 10 años? Además estás confiándole mucho, mucho dinero a otra persona y no es tanto desconfianza hacia un robo como el hecho de que dependes totalmente del mimo en la temperatura, la humedad… A mí me da miedo subcontratar la conservación de mi bodega
En los EUA donde, como decía, este tipo de servicios son algo más habituales, hay también verdaderas historias para no dormir. Desde personas que no encuentran botellas que pensaban que tenían hasta empresas que quiebran.
En el primer caso, aunque he leído sobre sistemas de apertura con tarjeta, código de seguridad, etc… el problema aparece si existen contraseñas o tarjetas maestras o qué ocurre si pedimos que nos traigan una botella a casa.
En el segundo caso, el de empresas que quiebran… se han dado casos de acreedores cabreados que han aparecido por las instalaciones y han arramblado con lo primero que han pillado. A ver quién lo recupera luego (especialmente cuando la empresa está en quiebra).
Fue bastante sonoro el caso de un comerciante que ofrecía un servicio adicional consistente en la guarda de cajas y botellas para agrupar diferentes pedidos antes de expedirlos, esperar a un momento menos caluroso para enviarlos, o directamente de guarda a medio-largo plazo. Este comerciante quebró… y hubo cientos de clientes que, según tengo entendido, perdieron sus botellas.
Nopisto, por favor, da datos sobre tu armario, incluido, si no es mucho pedir, el precio. Yo estoy buscando uno de 40 ó 48 botellas.
Yo tengo una Liebherr Vinothek WK1802 con la que estoy contento por su funcionamiento y demás, pero que se me queda pequeña para la cantidad de vino que tengo. Todo depende de la intención que tengas de guardar vino.
La mía es una liebherr como la de nopisto pero con más capacidad… creo que ya descatalogada (tiene 9 años).
Nosotros en TomeVinos recomendamos no guardar mucho el vino, ¡bebérselo!. En serio. Lo mejora es tener un refrigerador no muy grande (40-48 botellas) y hacer que roten. Si se colecciona mucho vino acaba por estropearse. Luego está para qué realmente se quiere, siempre tendemos alguna botella de recuerdo… que es mejor no abrir. Saludos.
De gustibus… pero hasta que no pruebas un vino maduro que ha sido guardado en buenas condiciones… no te das cuenta de lo que te estás perdiendo por beber los vinos crudos (otra cosa es «qué vinos aguantan»).
Sí las casas son cada vez más pequeñas y es difícil reservar un sitio para el vino aunque es depende de la prioridad que des a este. Cuando comencé a crear mi pequeña bodega casera encontré este video que me resulta muy itneresante y con consejos útiles http://www.clubtorres.com/es/video/CAP6