El modelo de venta de los grandes Burdeos es un sistema que no tiene parangón. A diferencia de lo que ocurre en otras zonas vinícolas del mundo, en la que la distribución del vino no dista tanto de un producto manufacturado cualquiera, la distribución de los grandes Burdeos pasa inexorablemente por un punto: la Place de Bordeaux.
Y es que los grandes Châteaux bordeleses venden toda su produción al négoce, un pequeño y elitista conjunto de mayoristas-en-origen con almacenes en los diferentes muelles de Bordeaux. Los precios son fijados por los Châteaux, quienes usan a los Courtiers (también llamados Mr. Dos Porciento) para que se encarguen de tratar con los negociants (¡toma elitismo!) y ofertarles ciertos cupos al precio decidido (o acordado con los Courtiers). Los negociants de la Place de Bordeaux son luego los encargados de intentar vender esos cupos a importadores, distribuidores o tiendas en todo el mundo, incorporando en el proceso entre un 10% y un 20% de margen al precio original decidido por el Château.
Para más complicación, una buena parte de los grandes vinos de Burdeos se venden a la avanzada (en primeur), normalmente entre los meses de abril y junio siguientes a la vendimia, cuando los vinos aún no han terminado su crianza en barrica (a muchos les faltan aún bastantes meses) y, por lo tanto, no son vinos terminados. Para facilitar la tarea, aunque no sea en absoluto tarea fácil, cada mes de abril se realizan degustaciones en Burdeos de esos mismos vinos sin terminar para que los potenciales compradores, prescriptores (léase crítica especializada) y los enochalaos que consiguen un pase puedan hacerse una idea de lo que los diferentes vinos ofrecen aún en esta etapa temprana.
Es este un modelo de distribución peculiar porque desplaza el riesgo desde el productor a los diferentes niveles del canal de distribución. El productor, una vez vendido, retiene la posesión del vino que se está criando pero no la propiedad y, por tanto, si el vino no resulta todo lo bueno que prometía en el abril siguiente a la vendimia, o si la situación económica ha cambiado, el productor ya tiene su dinerito en el bolsillo. Esta situación es mejor si cabe que la que se daba hace cincuenta años, cuando era habitual comprar botellas de vino cuando las uvas aún colgaban en la viña (sur souche), práctica que según The Wine Doctor, terminó cuando la gran añada de 1961 fue vendida por este sistema, a un precio bajo y los productores vieron como los beneficios caían en las manos de quienes habían comprado en la viña (seguro que no les habría parecido tan mal si la añada hubiera sido horrible y complicada de vender).
Entre los meses de abril y mayo, la crítica especializada hace públicas sus opiniones sobre la añada en general y los diferentes vinos en particular. Es el momento de Michel Bettane, Jean Marc Quarin, James Suckling (The Wine Spectator), Jancis Robinson (The Purple Pages) o Robert Parker (The Wine Advocate). Con sus notas de cata y sus ratings, ofrecen a los compradores una visión sobre cada vino que permite dirigir las compras a los mejores vinos o, al menos, evitar la compra de los que no son tan buenos a su juicio. La mayor parte de esta crítica es publicada en abril, pero el que decidídamente mueve el mercado es Robert Parker, quien suele publicar sus notas a finales de ese mes, normalmente en último lugar.
Muchos Châteaux, en especial los más famosos (Lafite, Latour, Mouton, Margaux, Haut-Brion, Petrus y Ausone) esperan a estos ratings para decidir sus precios al négoce y, en especial, a los de Parker. Normalmente, estos Premier Crus ponen en el mercado un primer cupo (première tranche) limitado, para testar la respuesta del mercado, de modo que si la venta se realiza rápidamente y el négoce solicita más cantidad, el precio de la segunda venta (deuxième tranche) de vino aumentará y en caso contrario se mantendrá estable.
Es éste un sistema que protege al productor, pues no deja apenas margen de beneficio para compensar los riesgos que se toman por comprar a la avanzada, en especial porque la venta en pequeños cupos temporales va extrayendo todo lo que la demanda está dispuesta a pagar.
El sistema, tan complicado como pulido y perfeccionado a lo largo de las décadas, se ha mostrado válido durante décadas, convirtiendo al Burdeos en el vino tinto por antonomasia, objeto no sólo de consumo sino también de coleccionismo y de inversión.
Tradicionalmente, los grandes Burdeos se han apreciado tras la puesta en el mercado del vino y no son pocos los particulares que han comprado a la avanzada dos cajas de su vino favorito del Médoc para luego vender una años después al precio originalmente pagado… ¡por las dos!. De ahí a que aparecieran los wine-funds (fondos de inversión centrados en los vinos de Burdeos), sólo había un paso.
Este esquema ha funcionado durante las últimas dos décadas dado que a nivel mundial se ha gozado de una relativa prosperidad económica y se han incorporado a la demanda de los grandes Burdeos, los segmentos más prósperos de economías antaño emergentes como Rusia, China o India, lo que ha llevado a una mayor presión sobre la demanda que dió como resultado un incremento espectacular en los precios, sobre el que hablaremos en una próxima anotación. Pero hoy el clima económico no es el mismo, los precios han bajado por primera vez en diez años e incluso los vinos más prestigiosos de las añadas míticas recientes (2000, 2005) se están moderando en los mercados secundarios.
Y es que, si hay un vino en el que se pueden comprar en todo momento las añadas más diversas que podamos imaginar, ese es el de Burdeos. No hace falta más que irse a las webs de Farr-Vintners o Berry, Bros & Rudd, para ver la cantidad de botellas disponibles de divesas cosechas, en lo que es otro rasgo propio del mercado de los grandes Burdeos.
pisto
Foto del encabezado: Château Pape-Clement (Pessac-Leognan, Burdeos).
Pues si esto está pasando con los Burdeos, que tienen una demanda mundial, ¿que va a pasar con todos esos Prioratos, Riberas y SuperRiojas? Que apenas si se consumen en el mercado doméstico español? ¿Asistiremos a una racionalización de los precios o veremos auténticas rebajas como está pasando con muchos menús de restaurantes de lujo?
Si algo bueno tiene esto de la crisis es que va a poner muchas cosas en su sitio y algunos se van a quedar en pelotas.
Hay que ver que curioso y complicado es el mundo de los … negocios.
Además aplicado al vino parece un sistema bastante arriesgado, está claro que, en general, el vino de Burdeos se ha venido revalorizando, ahí está esos fondos de inversión, pero ¿quién garantiza que una partida no pueda estropearse, allí no hay TCA, por ejemplo?
Los franceses saben hacer negocio.
Pues para no saber de casi nada según un viejo comentario tuyo sobre llonganises, me has dejado un poco épaté con tus conocimientos sobre como funciona este mercado del Burdeos. Lo del concepto de vender en avanzada me suena a mercado de futuros, tan de moda ayer y seguro que mañana. Nada nuevo bajo el sol. Pero tu sabes mucho más de eso sin duda.
Paco,
en efecto, me temo que mi trabajo académico me ha llevado -en esta anotación al menos- a analizar el mercado de los Burdeos no desde el punto de vista del vino como fuente de placer, sino desde el punto de vista de la organización del canal de distribución. No obstante, he tratado de huir de tecnicismos innecesarios y que la anotación sea divulgativa. Otra cosa es que lo haya conseguido.
En cuanto a lo que planteas del TCA, nadie está libre de que una botella de vino esté afectada, pero me temo que no hay mucha diferencia entre un canal tradicional y el de los Burdeos al respecto. Me temo que nos fastidiamos igual si nos sale una botella mala sea de donde sea. Algunos detallistas te la cambian pero yo no suelo hacerlo ya que normalmente el vino que bebo hace tiempo que me lo compré y se me antoja complicado devolver una botella un año después de haberla comprado.
enric,
en efecto, la compra en primeur es un tipo de futuros, con la diferencia de que los futuros típicos de los mercados financieros consisten en el pago de una prima en t=0 a cambio de recibir o entregar un producto en t>0 a cambio de un precio fijado, que se paga en el momento de la entrega. En realidad, con los Burdeos, el canal paga la mitad del precio del producto en el julio siguiente a la cosecha y la otra mitad seis meses después (en diciembre del año siguiente a la vendimia). El consumidor que compra en primeur paga el total del producto (salvo tasas e impuestos) el día de la compra, y las tasas y los impuestos en el momento de la entrega. En nuestro país no hay tasas asociadas, pero en otros (el Reino Unido es un ejemplo), sí.
nopisto,
evidentemente, pocas regiones productoras tienen ese carácter de «blue chip» que tiene Burdeos dentro del mercado del vino. El renacimiento del Priorat es aún demasiado reciente aunque cuenta, en mi opinión, con un aspecto positivo, como son las pequeñas producciones (en términos relativos a Burdeos) de las bodegas allí instaladas. No obstante, en los últimos años hemos visto bodegas del Priorat que han propuesto vinos con precios más aquilatados que los famosos y reputados cinco magníficos, por lo que parece que la zona está siendo consciente de la importancia del precio para llegar al mercado.
pisto.
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