Lo llaman comida rápida, literalmente del inglés fast food, e incluso algunos hacen juegos de palabras como Fast Good en un intento de romper la sinonimia entre la rapidez y la basura.
Así que nos engañan, nos dicen comida rápida como un eufemismo para ocultar el término comida basura, del mismo modo que a los viejos los hemos llamado primero tercera edad y ahora los llamamos segunda juventud. Qué manía con lo políticamente correcto. Con lo bonito que es llegar a viejo, con lo hermoso que es ir acumulando buena comida y mejor vino en las arrugas. Ah, no, que ahora se llaman signos de expresión.
Total, que llegas a un centro comercial con poco tiempo para comer. Qué lacra lo del poco tiempo para comer. Y decides que, sí, que por un día tu cuerpo puede resistir una buena hamburguesa en uno de esos locales especializados en el asunto, donde al menos no tienes que recoger tu la mesa, la colaloca viene en un vaso de cristal aunque esté tan aguada como la de cualquier burrykin y, cuando pides tu cheeseburger te preguntan, con el gesto adusto de un profesional avezado:
– ¿Cómo quiere el punto de la carne?
A lo que uno puede llegar a responder:
– Tirando a poco hecha, gracias
La realidad es que luego la hamburguesa llega como siempre. Es decir, seca como un estropajo por estrenar, pero ellos al menos preguntan. Es un primer paso.
Pero volvamos al tema de los eufemismos, que es de lo que va este post. Si tienes poco tiempo, y entras en uno de esos restaurantes franquiciados de comida rápida a sabiendas de que te engañan, por lo menos la parte de la rapidez podía ser cierta. Pues no. Los nachos con queso y bacon tardan quince minutos. Y la ración tiene suficientes calorías para alimentar a una aldea etíope durante un par de día. Qué tamaño. Si no pierden dinero con su menú por 8,70 euros, no me quiero hacer a la idea de la calidad de los ingredientes. Basura, ya lo habíamos dicho. El caso es que como todo alimento hipercalórico, crujiente y en el que el bacon y el queso están presente, lo puedes comer aunque te arrepientas toda la tarde de no haberte metido un gramo de ranitidina antes.
La hamburguesa, con una ingente cantidad de patatas fritas con vete tu a saber qué tipo de grasa seguramente hidrogenada, tarda otros 20 minutos, con lo cual tu almuerzo rápido se ha ido a una hora y a doble ración de agua carbonatada con azúcar y extracto de la nuez de cola.
Así que, como conclusión, la llaman comida rápida por no llamarla comida basura. Al fin y al cabo es lógico, los viejos tampoco son jóvenes y los llamamos segunda juventud.
pisto.
Hace tiempo decidí que la mejor fast food era un buen pincho de tortilla en el bar de la esquina. Si es buena, es rápida, barata y saludable.
Claro, el buen pincho de tortilla. Pero… ¿dónde hacen una buena tortilla de patata? Porque en tantos y tantos sitios, la tortilla es un ladrillo hecho con patatas cocidas y luego fraguado con vete tu a saber qué. Eso sin contar que el aceite en el que terminan de hacer la tortilla puede tener un sabor rancio de esos que se repiten toda la tarde.
La tortilla es, lamentablemente, un bien de lujo estos días.
Siento estar de acuerdo contigo, cada vez es más dificil de encontra, por eso he dicho «Un Buen pincho de tortilla».
Básicamente estoy de acuerdo con tu descripción de las hamburguesas, pero creo que te confundes al asimilar un establecimiento comida rápida con un Burguer.
Digamos que una comida no tendría por que ser rápida, pero inevitablemente hay días en los que no dispones de tiempo suficiente, o simplemente estás sólo y no te apetece estar tres horas en la mesa de un buen restaurante.
Para comidas rápidas existen alternativas al Burguer. Vivimos en un país repleto de bares y tabernas, donde se pueden comer excelentes tapas, pinchos o bocadillos, sólo hay que estar bien informado o tener instinto para localizar los mejores establecimientos.
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