Todos los años por abril sucede en Burdeos uno de los eventos más relevantes y, al mismo tiempo, irrelevantes del mundo vinícola. Hordas de periodistas, importadores, compradores de supermercados y grandes cadenas del mundo del vino, venidos de todas partes del mundo, se concentran en los primeros días de abril a probar la añada anterior.
Así que Burdeos se colapsa, los hoteles hacen el agosto en abril, y la Union des Grands Crus de Bordeaux organiza catas en las principales A.O.C. de Burdeos, normalmente en alguno de los Châteaux de la asocación o en carpas realizadas a tal efecto. Así que, a las nueve de la mañana de un frío día de abril te enfrentas a unos ciento cincuenta vinos a los que se puede llamar vino porque ya han hecho la fermentación alcohólica (la transformación de azúcar en alcohol) pero que están claramente por terminar. Y es que cualquier parecido con el producto final es meramente anecdótico.
De hecho, los vinos llevan apenas unos cuatro meses en barricas y se supone que se seguirán criando en las barricas, luego se podrá ajustar el coupage de las principales variedades y parcelas. Así que la cata de Bordeaux en Primeur sirve, más que nada, para hacerse una idea del potencial de la añada y de la calidad de la fruta que ha logrado cada propiedad bordelesa.
Lo curioso es que esta primera experiencia sirve para que los grandes compradores (grandes mayoristas del mundo del vino, normalmente de carácter internacional) decidan qué vinos van a comprar «en primeur» y cuáles no. La venta «en primeur» o «a la avanzada» es la forma habitual de comercializar los vinos bordeleses y consiste en que los compradores adquieren el vino antes de que esté terminado, casi con dos años de antelación a su salida al mercado. Es muy habitual que en el mercado británico y estadounidense los particulares adquieran vinos mediante este sistema, mientras que en nuestro país no es tan habitual (aunque haya quién lo ofrezca).
El panorama en cada una de las salas de degustación es impresionante. Una organización símplemente perfecta, con servicios administrativos eficientes (y políglotas) en la recepción, copas impecables de calidad (Riedel) y espacio suficiente para poder catar, escupir lo catado, aclararse la boca con agua, apuntar lo que se pueda discernir entre tantísimo tanino, tamaña cantidad de fruta explotando en la boca y una acidez que te deja los dientes dormidos.
Decíamos antes que el evento era muy importante y, a la vez, irrelevante. Pues bien, al final los precios (que en Burdeos fluctuan con la calidad de cada añada) dependerán de lo que diga Robert Parker en el próximo número del Wine Advocate. El run – run de las relaciones públicas bordelesas, por si acaso, ya se ha encargado de comparar el 2005 a las grandes cosechas del siglo pasado (1947, 1961 y 1982). Mucho me temo que los precios de la añada 2000 nos van a terminar pareciendo baratos.
pisto
Todo esto está muy bien, pero…Cuentanos tu opinión sobre la añada, que ta ha gustado y que no…
Compañero, yo me limité a pasar por la boca todo vino que me pusieron delante y a tomar cuatro notas de cada uno.
No puedo decir si la añada 2005 va a ser buena o mala porque nunca antes había ido a esta feria en primeur y, por lo tanto, no tengo experiencia con los vinos en este estado de juventud.
Entre las cosas que más me gustaron, destacaría Leoville Barton (Saint Julien) por la elegancia que tiene incluso ahora, Rauzan Segla y Brane Cantenac (Margaux), Lynch-Bages y Pontet-Canet (Pauillac), Bonalgue (Pomerol), Laroze (St. Emilion). Eso sí, no caté los grandes mitos que no están en este evento (se va por invitación privada a cada uno de ellos, creo).
Creo que hay que entender mucho de vinos en general, y en este caso, de Burdeos en particular, para poder sacar algo en claro. Por lo que cuentas, no debe ser fácil tener una idea aproximada de cómo será este vino dentro de 4 ó 5 años, con lo cual creo, que si estos que comentas te parecen destacados al resto, seguro que serán grandes vinos. Yo de momento tomo nota.