(es el que), a sabiendas de que sirves un par de aperitivos, pide tan sólo un primero para cuatro y se reserva para el postre, que tomará en su casa. No hay nada más despreciable que los putos rácanos que proliferan más que las setas en tan buena campaña. Pero, ¿no sería mucho más fácil, más lógico, que se fueran a restaurantes más baratos, que los hay excelentes, en vez de joderte la media? ¿Acaso ignoran que en un restaurante caro hay una persona (!y cómo cobra!) para cada cuatro clientes? No sé hasta cuando me reprimiré, como ya es preceptivo bajo otros cielos, a cobrar un 30% más por los platos compartidos. O llevaré a la práctica esa fórmula inglesa que consiste en cobrarte la media, por si estás «desganado». Además, lo compruebo para mi daño, el agarrado acostumbra a ser desconfiado y mezquino. Despreciable, en suma.
O eso dijo Abraham Garcia en su encuentro digital de ayer miércoles con los lectores de elmundo.es. ¿Boutade? ¿Las verdades del barquero? Me da igual, que al fin y al cabo ya sabíamos que en Abraham todo es exceso. Si quieren despotricar o defender al personaje, les ruego que lo hagan en otros foros (por ejemplo en Salsa de Chiles, el excelente blog de Carlos Maribona en ABC, que el debate está encendido).
No. No es por eso por lo que saco el asunto a colación. Lo que me interesa es lo de los dos aperitivos. Y es que, últimamente, no hay restaurante que se precie que no te coloque un aperitivo, un prepostre y un platito de magdalenas de chocolate para mojar en el café. Total, que tu sales de casa con la idea de dejarte seducir por las propuestas de una carta y el caso es que no hay manera de probar varias cosas porque el cocinero ya ha decidido por tí tres de los platos que te vas a tomar.
Y luego se quejan de que la gente no pide. ¡Como para pedir! Claro, para amortizar el gasto, el pescado lo cobran a 24 euros en vez de 18, no se vayan a creer que la cosa va de paseo gratis. Con lo cual, como para pedir una entrada y un primero. Sales desperrado y atiborrado. Imposible trabajar, imposible dormir, y además no has podido disfrutar de lo que más te gustaría de una carta.
En esa tesitura, a una pareja que sale a cenar y quiere probar la cocina de un restaurante no le queda más que compartir platos. De hecho, uno de mis restaurantes favoritos sirve los platos por raciones, por medias y por cuartos (ahí es nada). Sin embargo, yo preferiría que el aperitivo fuera apenas un bocadito, o que hubiera incluso una carta de aperitivos a elegir (y pagar), que no hubiera pre-postres y que se ahorraran las magdalenas de chocolate y las aburridísimas gominolas que pueblan los platitos de petit-fours. Porque ese es otro de los problemas, y es que el sueño de muchos cocineros es preparar esos platos «extra» con la materia prima más barata posible. Que si un picadillo de criollo con parmentier de patata como aperitivo, y un pegotito de gelatina a modo de post-postre. A ver si damos el pego y justificamos el precio de los platos de la carta.
pisto
¿Y qué restaurante es ése tan amigo de los quebrados, pisto?
Totalmente cierto lo de los aperitivos. Mi novia come como un pajarito y es impensable pedir cuatro platos y dos postres cuando nos vamos por ahí, a no ser que yo esté dispuesto a comer el doble de lo que me apetece. Los aperitivos no nos arreglan nada y fomentan la situación de la que se queja Abraham.
Como nos quejemos mucho de las cantidades algunos terminarán por ponernos el plato vacío, no se nos vaya a ocurrir compartirlo o pasar del postre… Fuera de broma, hay sitios donde las raciones son pequeñas -a pesar del precio :D- y se pueden probar las cosas. A mí lo que más me gusta, siempre que no sean super-raciones, es pedir todo a compartir, de manera que te organizas un menú de degustación por tu cuenta: un entrante frío, otro caliente, pescado, carne y postre. Hay muchos restaurantes que te lo sirven estupendamente.
En cuanto a lo de las tapitas de la casa, te doy la razón. Evidentemente siempre las pagas de un modo u otro, y si las pagas ¿por qué no elegir? Además, si vas bastante a un sitio, repites siempre lo mismo, ya que no suelen cambiar a menudo.
Bueno, bueno, es que otro debate son los menús degustación. Suelen ser bastante timo y muy, muy caros.
http://www.blognomelocreo.com/
Comprendo, aunque no comparto, las palabras de Abraham, y me parece que se pasa insultando a los clientes y que no lleva razón en las formas de decirlo, menos aún en un chat público.
Tampoco es la primera vez que le oigo decir esto a un cocinero, tanto Arzak como Sento llevan tiempo diciendo que cuando uno va a sus restaurantes tiene que dejarse 100€, que lo que coma es lo de menos, pero si no no les salen las cuentas. Y aunque tengan sus razones entiendo si están abiertos al público se exponen a que llegue gente sin hambre o sin dinero y que quieran disfrutar de un lugar así gastando lo menos posible. Creo que todos lo hemos hecho alguna vez.
Por otro lado, cuando yo voy a un restaurante intento disfrutar al máximo tratando de conseguir cierta complicidad con los camareros o cocineros diciéndoles simplemente que me den de comer lo mejor que tengan ese día, probablemente pagaré más que la media pero también (generalmente) como mejor que la media.
Muy bien, Pisto, tienes razón. Pero que coño, tu eres el comensal y pides lo que quieres o te apetece y punto. A que viene ese derroche de imaginación de «ropa vieja» que por narices nos tenemos que tragar?. Y el caso de Abraham, no te creas que es el único, el 90% de los hosteleros se quejan y hacen un perfil de su comensal favorito, pero al menos no lo dicen a viva voz. Imagínate ahora la presión del que haya leído eso, y se siente en una mesa de su restaurante …. A saber que piensan sus distribuidores de él ¿agarrado y mezquino, tal vez?.
paaq, el nombre del restaurante algebráico es lo de menos, perdona que no te lo diga.
El problema al gasto mínimo está en el tejado de los restaurantes. Lo apuntaba ayer (en otras instancias) ese ente abstracto que firma como sipisto. Que pongan un menú a 100 euros que incluya una entrada, un plato y un postre a escoger de la carta, con posibles suplementos para algún plato excepcional. Eso es (ya lo apuntaba sipisto) muy frecuente en Francia, y creo que es perfecto para el comensal, que sabe de antemano lo que le va a costar la experiencia y, por tanto, a qué atenerse.
Le doy mil veces más valor a un aperitivo trabajado por pequeña que sea la ración, que a la chistorra grasienta, los petit fours mil veces repetidos o los sorbetes «de parte de la casa». Y no me importa demasiado el precio de los ingredientes, con un par de cucharadas de unas buenas lentejas soy feliz.
Si soy sincero, no he ido nunca al Restaurante de Abraham García, y la verdad no se si se podría comparar de alguna manera con los restaurantes a los que he ido…
Pero por otro lado, si fuese al restaurante de Abraham, dudo que fuese a compartir el primero para 4. Vamos, es que no tiene mucho sentido: si vas a comer, vas a comer, y si no quieres pagar, hay muchos otros restaurantes a mucho mejor precio.
Creo que Abraham es muy específico en su protesta, y no deberíamso extrapolarlas a otros restaurantes y casos que nos sean más cercanos.
Y daros cuenta que es bien cierto lo que dice: hay un empleado (cocinero o camarero) por cada 4 personas.
De criticar creo que deberiamos criticar a resturantes con un servicio mucho más pesimo y con una comida que no justifica los precios. Y no a Abraham, que tan sólo ha dicho una verdad.
xmanoel,
creo que fui bastante claro en cuanto a que el objetivo de la anotación no era criticar a Abraham. Y, de hecho, creo que ninguno de los comentarios a la anotación pretende criticarle.
Los restaurantes con servicio pésimo deben ser criticados. Las comidas que no justifican los precios, también. Pero ese no es el objetivo de pistoynopisto. Nosotros preferimos divagar sobre la gastronomía y el objetivo de la anotación no era otro que puntualizar la abundancia de platillos «supuestamente gratis» que te ponen en algunos restaurantes.
Pisto, si no querías que se criticara a Abraham no deberías haber reproducido ese comentario suyo tan desafortunado, que por otro lado, no me sorprende en un restaurante como el suyo, donde el exceso es la regla.
En fin, los mejores restauradores son los que ofrecen facilidades a sus clientes, no quienes los insultan.
Desde luego estoy de acuerdo con encantadísimo: si no querías provocar un debate sobre Abraham García, no deberías haber tratado el asunto encabezándolo con su nombre. Aparte de eso:una creía que, en cierto modo, se podía considerar lo que sale de un restaurante como lo hacen algunos escritores: la obra no es del autor sino que está ahí fuera, expuesta a toda inclemencia, para ser interpretada y disfrutada por cualquiera. Quizá Abraham García debería recondudir su carrera: buscarse un buen mecenas lo suficientemente rico como para no tener que aguantar a tanto rácano.
No hace mucho, en un restaurante que estuve, nos dijo el dueño que no ponían aperitivos porque «luego la gente no come». Y es cierto que allí las comidas son abundantes, y el precio es fijo (15 euros). Aunque en lo del precio, pensándolo bien, tal vez tengamos que hecerle caso a Abraham García, porque eso de que te arren 200 euros al acabar debe de dejar un sabor de boca difícilmente olvidable… Y seguro que va fenomenal para el estreñimiento.
En cuanto a los aperitivos o petit fours creo que no se puede generalizar, hay restaurantes que con ellos pretenden sorprenderte o ofrecer en pequeño formato alguna novedad o sugerencia interesante, en ese terreno he disfrutado de múltiples alegrías y una multitud de decepciones . El problema son los pseudo-restaurantes que se apuntan a caballo ganador, acaban copiando y repitiendo estereotipos, abusando de los “platillos”. El precio de un restaurante a priori para mi no es un hecho determinante, prefiero comer de fábula una vez al mes por 100 euros y disfrutar de una comida o cena inolvidable, que comer 10 veces a 20 euros y haber disfrutado una o ninguna vez de las 10 cenas. Hay un momento para todo, unas veces sales a cenar para disfrutar de un local memorable y otras te adaptas a los comensales y disfrutas de la compañía y la conversación, lo ideal sería ambas cosas, pero el mundo no es perfecto. En cuanto a los platillos y el nivel de una cocina, lamentablemente te das cuenta al final, cuando puedes hacer balance y ya es demasiado tarde porque ya tienes la factura encima de la mesa. En restauración nada es gratis, no hay que olvidar que es un negocio, por lo tanto esperan sacar el máximo rendimiento de sus mesas, lo reprobable es que esa decepción del restaurador la transmita al cliente de forma directa o indirecta con el mal servicio o comentarios fuera de lugar.
Me parece de justicia poner el razonamiento que sobre tan polémicas palabras hace hoy el propio Abraham en su chat semanal:
Sembradas a boleo cual avena loca, estaba hoy esta página florecida de opiniones sobre mis pasadas alusiones a la secta de los rácanos. Pocas a favor, algunas perplejas, otras molestas. Precisaré que los rácanos a los que aludía nada tienen que ver con el cliente que por costumbre, constitución, salud, o estética come poco. Ni con el mal informado que tardíamente descubre cuan caros somos y se queda por rubor. Menos aún con el comensal primerizo y un poco perdido que tantea. Incluso siendo generoso tampoco con don ‘quiero y no puedo’, que tanto abunda en este rastrojo . Los rácanos, que bien conocemos quien esto escribe y otros colegas, que no disponen de tan amplia ventana para ventilarlo, acostumbran a ser reincidentes ( y mira que yo les recomiendo la competencia). El del platito compartido ‘que nos reservamos para los postres’ no suele tener una economía precaria, sino todo lo contrario, cuanto más menos. Antes de dilapidar la trufa blanca, suelo amenazar con que son carísimas, ‘¿Acaso nos ha visto cara de pobres?’ , me han dicho en mas de una ocasión.- No, les he visto cara de ricos- suelo responder. En la escala de rácanos, el más nocivo (peor incluso que el cocinero agarrado, que los hay) es aquel que conocemos como rácano al cuadrado que, incluso cuando no paga él, convence al resto de la mesa para que practique el ayuno voluntario. Y, como la mordedura del vampiro, el cisma de la racanería se expande como una metástasis.
Está bien rectificar y no quiero meter más leña al fuego contra el amigo Abraham (un tipo que me cae bastante bien, por cierto), pero me sigue asaltando la duda.
Sólo he comido una vez en su restaurante y, la verdad, todo estaba muy bueno pero que yo recuerde, nunca he salido tan lleno de una comida (una sensación realmente desagradable). Tanto que el ayuno post-digestivo duró casi 24 horas (no cena, no desayuno posteriores).
Desconozco si eso es la norma (intuyo que sí), pero lo que quiero transmitir es que, aquellos clientes (ricos o no) o restauradores que él tilda de rácanos, ¿no serán en realidad tipos normales?, es decir, gente que cocina o come con mesura y sentido común. ¿No será la racanería una reacción de alguno de sus clientes (a quienes sin duda gusta su comida, de ahí que repitan), al exceso que sufren si se dejan llevar por la propuesta de ese restaurante?.
Que alguein me corrija si estoy equivocado al pensar que es el amigo Abraham quien va en dirección contraria, como en el famoso chiste.
Abraham es excesivo en todo, en raciones y en precios. Por eso hay tanta gente que lo detesta y tanta otra que lo adora. Yo pertenezco a los segundos, aunque soy consciente de que hay que dosificarse porque puedes saturarte fácilmente.
Creo que se ha sacado de quicio ese desafortunado comentario de Abraham, al fin y al cabo es lo que piensan la mayoría de los hosteleros de sus clientes «de poca comida», pero hay que entenderlo en su contexto. Abraham es un grandísimo cocinero que no pasa por su mejor momento, aunque sus precios están muy por encima de muchos estrellados mejores, siempre trabaja muy buen producto, pero lo carga mucho en el precio, los buenos restaurantes pasaron mejores épocas, ahora hay muchos mas que antes, la oferta se difersifica y hay que reciclarse o morir, Abraham tristemente es de los segundos.
Si mirais su carta en la Web de Viridiana, vereis por qué la gente pide primeros para compartir, porque a la gente le gusta ir a buenos restaurantes, probar cosas nuevas, pero no por ello dejarse medio sueldo en la experiencia. Cuando estos señores entiendan que deben contar tambien con el cliente «pobre», su clientela se diversificará y será mejor para todos.
A mi me gusta salir a comer, pero lo que no puedo es permitirme gastar 200 euros en una cena, y no digamos la gente mas joven.
Creo que en España los restauradores se estan pasando un poco con los precios,comer en un buen restaurant en Londres es caro, pero creo que estan poco mas o menos al precio de aqui, y los sueldos en ese pais no son iguales a los que pagan aqui.
Lo que sucede es que en muchos de los Españoles, los que pagan las cuentas son las empresas, por ese motivo se permiten poner esos precios, y por lo mismo cierran los domingos y algunos muchas noches.
Veremos lo que sucedera, si la jornada de trabajo se reduce y termina antes y se pagan menos comidas de negocios, seguro que muchos tendran que cerrar o reducir los precios tan abusivos que tienen.
Con la parejita a las mariconadas. A comer, a Viridiana.
Amelia, comentario el tuyo desafortunado y falto de perspectiva, dicho con todos mis respetos, solo valoro lo dicho:»Creo que en España los restauradores se estan pasando un poco con los precios,comer en un buen restaurant en Londres es caro, pero creo que estan poco mas o menos al precio de aqui, y los sueldos en ese pais no son iguales a los que pagan aqui».
¿? en londres? precios poco mas o menos? los precios en londres en los restaurantes estan disparadisimos, comer en nobu con bebida, al cambio: 125 euros. tom aikens: 140 euros. hakkasan:120 euros. gordom ramsay at le claridge: 170 euros. rules:100 euros. waterside inn 160 euros. zuma: 130 euros…. Sobran las palabras