El otro día tuve la suerte de ser invitado a una cata de vinos de la bodega Valdespino extraidos directamente de las botas (nombre que se dá a las barricas en Jerez) para la ocasión, esto es que estaban sin estabilizar ni filtrar.
Uno de los momentos más reveladores fué el seguimiento de las escalas de la solera del Fino Inocente, un vino que en definición del profesor Barquín está «hecho a la antigua, de alta graduación alcohólica, larga crianza bajo velo, y con gran peso tanto en nariz como en boca. Un vino que no es para todo el mundo, y que defraudará a quienes tienen finos y manzanillas por una especie de refresco para feriantes».
Empezamos por el mosto base del año, siguiendo por las criaderas, segunda y sexta y acabando en la solera para terminar con el vino embotellado y reposado durante un año. El simple hecho de realizar una cata así demuestra la grandeza de estos vinos, la complejidad que pueden llegar a alcanzar con este sistema único en el mundo y por último la versatilidad en la mesa que demuestran acompañando a los platos más simples y más complicados.
Los vinos del marco de Jerez han estado sometidos a las vaivenes de las bodegas, el menosprecio en las ferias andaluzas y el desconocimiento del público en general. Y todo esto resulta cuanto más sorprendente cuando se trata de unos vinos únicos en el mundo de una complejidad abrumadora y un precio irrisorio.
La bodega Valdespino, tras ser comprada por el grupo Esteve, está empezando a hacer las cosas bien (siguiendo el ejemplo de Barbadillo), intentando no destrozar los vinos con clarificados y estabilizaciones desnaturalizantes y sacando al mercado criaderas intermedias o sacas estacionales. Vinos de los que hacen afición y crean un nuevo (en realidad viejo) estilo en este mundo tan secretista de las bodegas de Jerez.
Nopisto
Este verano tuve oportunidad de disfrutar de una botella de ese Fino Inocente cuyo contenido procedía exclusivamente de la segunda criadera. Un prodigio de complejidad y finura, cuyo recuerdo todavia permanece en mi memoria. Puedo afirmar rotundamente que se trata de lo más glorioso que he tomado en su estilo y en términos generales, muy pocos vinos he tomado con mayor calidad y personalidad.
Hablando de finos y manzanillas, pienso que hasta los productos filtrados, más ligeros, tienen una relación calidad/precio con los que pocos vinos en el mundo se pueden medir y si nos extendemos hasta el abanico que ofrece la amplia oferta de vinos generosos (amontillados, olorosos, PX, etc), creo sinceramente que no hay en el mundo nada equiparable.
En fin, creo que eso ya lo has resumido perfectamente en tu post.
Lo único que me fastidia es que has elegido una botella poco ambigua en su ilatinidad…
Peliagudo tema el de Inocente vs Ynocente…