El pasado sábado tuvimos en casa a los señores de Serenidade (Gran Fanzine dedicado a la Bossanova) para tratar de temas tan importantes como la invitación de nuestra boda (aunque no viene al caso me caso) y decidimos agasajarles con un plato que aunque no complica si requiere tiempo.
El caso es que bajé al humilde (Pero honrado) mercado de la Prospe donde dos estupendas sepias me miraron con buenos ojos y yo, que soy debil, me las llevé a casa con la intención de desempolvar una vieja receta familiar.
Después de limpiarlas las troceé en irregulares cuadrados y las puse en la tartera con un poco de aceite, dos cebollas cortadas en juliana, cuatro pimientos de piquillo troceados, un puñadito de pasas y otro de piñones. Y así tapado lo dejé a fuego lento durante una hora añadiendo algo de vino blanco (en esta ocasión un amontillado a granel de Delgado Zuleta le fué de perlas) de vez en cuando hasta que la sepia estuvo tierna como un beso, en ese momento le agregué una picada de ajo y perejil y subí el fuego para que se caramelizase la cebolla.
Como los Serenidade son de buen comer les serví la sepia con una tacita de arroz pilaf al lado y…Creo que todavía se están chupando los dedos.
Nopisto
A ver, nopisto, explícanos eso del arroz pilaf.
Pues es la forma más fácil de cocer el arroz, se pone en una cacerola agua a hervir se añade el arroz, se deja cociendo 15/20 minutos y se escurre. Se puede servir con tomate frito, acompañando unos chipirones en su tinta… Y si en vez de agua usamos un caldo de pescado o carne, dependiendo del plato que queramos acompañar pues miel sobre hojuelas.