Cata de Nebbiolo

seis botellas de nebbiolo

Hacía mucho tiempo que no me veía con mis amigotes del grupo de cata, pero esta vez tuvimos una buena razón para la espera. Nos habíamos propuesto hacer una cata de la variedad reina del Piamonte (la nebbiolo), que da lugar a algunos de los mejores vinos del mundo (y de los más difíciles, añadiría).

Lamentablemente, si es difícil encontrar en nuestro país buenos vinos franceses a precios razonables, el caso de los italianos es tarea casi imposible. Sin embargo, en esta ocasión contábamos con un contacto con una de las personas que más y mejor conoce los vinos de ese país tan variado desde el punto de vista vinícola. Así que, unas llamadas más tarde, y por gentileza de nuestro buen amigo, logramos las seis botellas de vino que podéis ver en la fotografía superior.

el set up de la cata de nebbioli Como el calor aprieta, ahora en verano, comenzamos hacia las ocho y cuarto de un día no demasiado caluroso, con seis copas enfrente de cada uno de nosotros y, tapadas las botellas, nos enfrentamos a los cinco de la comune di Barolo y a un Barbaresco correspondientes a añadas comprendidas entre 1999 y 2003. Quizá hubiera sido ideal centrar la cata en una determinada añada pero la selección había sido hecha pensando en la calidad de los vinos más que en la comparación entre años.

copas de nebbiolo
Es sorprendente cómo estos vinos tan longevos, con tantísima acidez y unos taninos tan marcados pueden, al mismo tiempo, tener una capa no demasiado alta y un ribete claramente atejado incluso en los vinos de añadas más recientes.

El vino servido en la primera copa era el Pelissero Tulin 2003, un vino que inicialmente se mostraba láctico, luego daba notas de orégano, con piel de melocotón en licor, algún indicio de mandarina y con una acidez y unos taninos que daban ganas de decir: «vuelva en 10 años».

A continuación venía el Aldo Conterno Cicala 2001, con vainilla, madera nueva, mucha fruta roja y bastante más equilibrado en boca que el Pelissero. Se trataba de uno de los pesos pesados de la cata, al menos en lo que a fama y precio se refiere.

corchos de nebiolo El tercer vino procedía de un productor menor pero que, según todas las informaciones recibidas antes de la cata, está trabajando más y mejor en pos de la calidad de sus vinos. Se trataba de un G.D. Vajra 2001 que ofrecía inicialmente notas claras de acetatos y luego se mostraba algo cálido (incluso ardiente), ligeramente vegetal (hoja de tomate) y con una acidez en boca desmedida. Este viticultor es muy famoso por su Dolcetto d’Alba Coste i Fossati, disponible habitualmente en Lavinia.

A continuación nos enfrentamos a un Elio Grasso 2002, de una añada difícil en la zona, pero que nosotros encontramos un poco dominado por la madera, con notas de guindas en licor, de chocolate y una acidez un poco mejor domada que en otros vinos.

El quinto vino era un Roberto Voerzio 2001 La Serra que hizo honor a su fama de elaborador más moderno, pues era claramente el vino más frutal de la cata y seguramente también el más austero. Tan sólo a las dos horas de la cata el vino empezaba a dar la cara, momento en el cual apenas teníamos vino en la copa. Uno de esos vinos cambiantes que uno tiene que tomarse por botellas para poder disfrutar sus cambios de registro.

El último vino era también el más viejo del conjunto. Se trataba del Paolo Scavino Bric del Fiasc 1999. Y la madurez le ayudó muchísimo. Muy floral, con muchas notas de monte bajo, algo de pastel de chocolate, manteca de cacao y una boca donde se notaba la edad, más pulida, con toda la estructura sujetando el vino. Larguísimo. En mi opinión, el vino que mejor dió la cara en la cata.

A modo de conclusión, tengo que reconocer que estos vinos de nebbiolo son dificilísimos de comprender, al menos en el estado de juventud de los vinos de la cata. La acidez y los taninos son complicadas de comprender y, en muchas ocasiones, impiden disfrutar de los vinos durante la cata. Con la comida, por el contrario, la acidez y el tanino son el contrapunto perfecto a caza, setas, trufas… . Además, estamos dispuestos a seguir catándolos (y bebiéndolos) hasta que logremos comprenderlos.

pisto

2 comentarios

  1. Umi

    Les cuento que probé un barbaresco Monciraldo 2002 de Malgra, eavemaria pero que maravilla de vino, el aroma increible a frutos rojos, a cereza y en boca tenía muy buena persistencia, una acidez en su punto, muy equilibrado, quedé encantada con semejante vino y como les parece que fue una ganga, en el stand del almacén aparecía a mitad de precio (era el único que habia de esta cepa) e imagínense que ni siquiera era la mitad de precio, sino la tercera parte de su valor, fue un golpe de suerte. Es el mejor vino que me he tomado en mi vida.

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