«Seguirán existiendo paraísos perdidos mientras haya una sola persona en el mundo que desconozca su existencia»
Me acordaba de esta frase mientras degustaba con fruición toda una panoplia de imposibles mariscos en la típica Tasca del puerto del Grao castellonense. A los todavía abundantes erizos les sucedían unas cada vez más insípidas espardeñas (nadie las conoce ya por el menos sugerente Cohombro de mar), seguidas de unos improbables datiles de mar, esos mejillones chicos de profundo sabor yodado y unas desconocidas para mi caixetes (Cajitas), unas pequeñas rocas rectangulares que escondían en su interior un bivalvo con textura de navaja y profundo sabor marino. A continuación unas ortiguillas de mar rebozadas, esas anémonas que servían de casa al pequeño Nemo…
Todas estas delicias sufren tal sobreexplotación que acabarán desapareciendo, y acabaremos como Fernando Point hablando de lo que hemos dejado de comer en vez de hablar de Lo que hemos comido .
El mismo pensamiento que había tenido días antes, saboreando en Arce una becada en su perfecto punto de faisandage (tres semanas!!!) que pronunciaba su metálico sabor y comprobar como gastroturistas del mundo entero vienen a nuestro país a degustar los últimos paraisos gastronómicos que nos quedan.
Nopisto nostálgico.
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Nopisto