Muchas veces me he preguntado cuál es la actitud de la gente que va a un restaurante. ¿Cómo se predispone uno ante el evento? Viene el tema a colación por algo que observo a menudo en comentarios entre amigos o incluso en la lectura frecuente de los blogs de lo gastronómico.
Y tengo la sensación de que, con un afán crítico, muchos de nosotros logramos arruinarnos una comida o una cena por pequeños fallos que no debieran empañar un conjunto. Si tardan diez minutos en tomarnos nota, nos fastidian la comida. Si nos cobran el café, salimos con mal sabor de boca. Si el pan es malo nos parece intolerable para un restaurante de este nivel. Son múltiples las oportunidades que nos da una simple comida para tirar por tierra todo lo demás.
Personalmente, pienso que esta predisposición a encontrar los fallos va en contra del propio disfrute. Tengo claro que no hay experiencia perfecta como comensal y que la hostelería, como buen servicio, es heterogénea en su prestación (léase irregular). Si nos empeñamos en buscar algún defecto lo vamos a encontrar, pero no le encuentro el interés como comensal. Parece más interesante centrarse en lo positivo y tratar de minimizar lo negativo para hacer un balance final que me diga si he disfrutado o no de la experiencia.
No quiero con esto disculpar el maltrato de productos y clientes, que haberlos haylos en nuestro país, ni pretendo que todos seamos unos felizones sin espíritu crítico, capaces de engullir con la misma fruición un chuletón del Etxebarri y un trozo de carne carbonizada del menú del día del Hospital.
Pero sí creo que, en épocas duras como las que vivimos (ya escampará), seríamos más felices si no anduviéramos a la caza del error, y nos centrásemos en disfrutar. Porque la gastronomía, desde el lado del comensal, debe ser cosa del placer.
pisto
La semana pasada hablé con el cocinero y dueño de un restaurante de este tema precisamente. Me comentó algo parecido a lo que tú dices Pisto («os estáis perdiendo algo grande»); yo creo que es necesario un espíritu crítico, pero también creo que cuando se ejerce en exceso y teniendo en cuenta que a la mayoría de nosotros no nos pagan por criticar, es renunciar por renunciar.
Y todo lo que dices, que suscribo palabra por palabra, nos valdría también para las relaciones humanas…
Nos fijamos y resaltamos mucho más los defectos que las virtudes, los errores que las cosas buenas acertadas y oportunas.
Estoy de acurdo. Hay que entrar (lo mismo a un reataurante que a ver una película, etc) predispuesto a disfrutar, no a encontrar fallos. Y aún diría más, aunque reconozcamos que es complicado: procurar no pensar en lo que se va a escribir luego en la crítica el blog….
Yo intento que sea así cada vez que voy a un restaurante y normalmente lo consigo, consigo disfrutar. Sólo teniendo en cuenta que hay gente en este mundo que no puede ni permitírselo, deberíamos disfrutar.
Lo que sí que me pasa es que en el momento suelo verlo todo muy bien, pero cuando salgo y empiezo a pensar que me ha gustado y que no me ha gustado (de cara a poder expresarlo en mi blog) es cuando empiezo a encontrarle fallos…
Amigo pisto, yo no creo que nadie deba cabrearse porque le tarden diez minutos en tomar nota o le cobren el café (faltaría más). Y si ese alguien existe y lo publica quizá deberías cambiar de lecturas gastronómicas;-). En cambio sí que veo una actitud positiva el comentar que el pan o el café son malos o no están a la altura de lo esperado o pagado, o que cuando te cobran 30€ por un plato de pescado alguien se lamente porque no estuviera lo suficientemente fresco o simplemente pasado de cocción, o que cuando te cobran una botella de vino al triple de lo que cuesta en una tienda te cabrees si la temperatura no es la adecuada o te lo han servido fatal. No hay que olvidar que esto de la gastronomía pasiva es una actividad lúdica en la que acabamos pagando por todo y, en muchos casos, cantidades nada despreciables. No hay nada de malo en sugerir mejoras y me parece muy útil que se divulgue como alerta y con actitud positiva. En definitiva, pienso que los verdaderos masoquistas (esos a quienes pareces dirigirte y que van a la caza y captura exclusivamente de fallos) son muy pocos y que para la mayoría de pagantes los errores o detalles mejorables no se buscan sino que se encuentran.
Lo que si existe es mucha mala leche.
Un restaurante no es el paradigma de la perfección por tanto, como bien dice Encantadísimo, no pasa nada por corregir ciertos defectos que pudieran surgir, eso si, en el negocio. Un profesional puede que esté cometiendo errores por omisión, y si nadie le indica que está en un error, seguirá cometiéndolos. También hacerle ver que uno no es idiota, y que si le ha dado un pescado poco fresco, hacérselo ver para que le pique la cara de vergüenza y no te vayas sintiéndote estafado.
Ahora bien, existe un gran recorrido entre esto y callarse la boca, para luego llegar al ordenador y jugar a despiezar sin piedad a un negocio que por el mero hecho de ser público creamos que podemos criticar su labor.
Y aquellos que van a un restaurante solo a buscar fallos, deberían de ahorrar el dinero en comida y gastárselo en hacérselo ver.
hola pisto,
totalmente de acuerdo, a comer se va a disfrutar. hay gente que dice que para degustar un plato y ser objetivos hay que ir sin apetito. pues yo prefiero ir con ganas de comer y disfrutar de la comida al máximo, aunque eso implique una visión sesgada de la realidad. siempre y cuándo esta visión esté sesgada hacia lo positivo, mejor que mejor, no? siempre y cuando el cómputo global sea positivo hay que disfrutar de la experiencia a tope… si no, a qué se va a un restaurante?
un saludo,
íñigo
Yo cuando voy a un restaurante de un cierto nivel, voy a disfrutar, y por tanto estoy en mi derecho a criticar lo que no me ha gustado.
Eso no quiere decir que vaya buscando los errores, pero es que la mayoria de las veces no hace falta buscarlos, ellos vienen a tí sin que se lo pidas.
Saludos
Dorothy
Cada vez estoy más convencido de que estamos creando una sociedad con indivíduos incapaces de hacer frente a la frustración y nos rebelamos ante ella convirtiéndonos en permanentes insatisfechos. Muchos afrontan cada comida esperando que sea la últimísima experiencia sensorial, pero igual en el multiestrellado restaurante que en el bar de menús de la esquina, y así es imposible acabar satisfecho o disfrutar minimamente. En este sentido siempre he admirado la postura que defiende Encantadísimo, disfrutar con cada pequeña cosa, ya sea el pan o las patatas fritas de un restaurante. Al final todos tenemos nuestro criterio y opiniones, pero es la forma de afrontar los acontecimientos la que nos condiciona nuestra impresión final.
Con pocas excepciones, unas expectativas demasiado elevadas no ayudan en absoluto. Si yo fuera cocinero le tendría pánico a la repetición continua del elogio.
Hola:
yo cuando voy a un restaurante, voy a disfrutar si o si, a no ser que la cosa sea ya de traca.
En cuanto a aquellos que critican, primero que piensen si en su trabajo (hay que pensar que detras de un trabajo hay un cliente satisfecho/insatisfecho) dan tanta perfeccion como la que solicitan en otros sitios.
Saludos
Suscribo el comentario de arantxi.
En lo personal creo que las criticas a los inconvenientes se basa en el nivel de tolerancia que uno tenga.
No importa si el lugar es de nivel bajo o alto o si pagaste mucho o poco por un plato, si se tardan 1 hora en traer el platillo no te puedes sentir contento, sore todo porque ya estas mas que hambriento.
Pero sin duda si subimos un poquito el nivel de tolerancia todos vamos a estar menos propensos a una ulcera.
Yo las comidas las afronto como placer, ya que normalmente cuando salgo a comer o a cenar suele ser en compañía de un amigo/a o con mi pareja. Dicho esto, la comida pasa a segundo, tercer o incluso cuarto plano.
Respecto al ejemplo del pan, pues a mi no es la primera vez que me estropea una comida un mal (y pésimo) pan. Y para mí sí es intolerable (ya que soy un forofo del pan).
Pero cuando me cobran un euro o euro y pico por cada ración de pan, pues si, el pan tiene que ser bueno obligatoriamente, faltaría más. Y el pescado, la carne, el aperitivo …
En mi caso, la predisposición a disfrutar siempre (mejor dicho, casi siempre) existe a la hora de disfrutar una experiencia gastronómica. Lo que si que hago es sincronizar las expectativas con el nivel del local y por tanto con el importe de la factura final (eso que algunos llaman RCP) y si todo está en consonancia, la experiencia será sin duda positiva.
Ahora bien, cuando los errores sobrevienen de manera exagerada o bien algunos resturadores piensan que somos imbéciles es cuando el margen de tolerancia debe ser nulo. Si la situación económica actual tiene un lado positivo es la selección natural que producirá y además, no olvidemos que la angustia estimula la creatvidad, así que…
Para acabar, una muestra, simple; miércoles en la terminal B del aeropuerto del Prat. La enorme cafetería que está enfrente del Chocolat Factory. Tras comprobar que tienen un exprimidor a la vista, pido un zumo de naranja natural y a velocidad mach2 los (las) dos getas que me atendieron sacan un vaso de debajo del mostrador lleno de Sunny (o similar.) Tuve que decirle dos veces lo que era el contenido del vaso para que alguien con pinta de supervisor agachara la cabeza y sin rechistar enmendara la plana.
¿Cuantas de estas -más sutiles, imagino- nos intentarán colar y por supuesto cobrar?
Predisposición a disfrutar, mucha. Tolerancia, poca.
pisto, interesante articulo pero no estoy de acuerdo en cosas. A mi me molesta sobre manera que cuando quede con alguien a una hora concreta sea por placer o por negocios no me gusta nada la falta de puntualidad. Pues si voy a un restaurante en el que me voy a gastar un dinero, con mas razon. Por ejemplo una lubina y veo que vale 25 mas iva la racion y en el de al lado de mi casa vale 16, simplemente por ese margen voy a querer que la materia sea mejor, q las copas y el servicio tb, la manipulacion en cocina tb, etc etc y sino es asi me voy al otro lugar, me relajo y como lo que me den, o lo compro en la pescaderia y lo hago en casa.
Si estoy pagando una pasta por comer quiero que eso este a la altura siempre, es su obligacion, es un negocio de servicio y estos se distinguen por su calidad. Otra cosa es que eso despues empañe una buenisima raccion de pescado, eso no, a no ser q ya parezca una tomadura de pelo.
Ademas una cosa es que se tengan fallos (algunos no importan pero otros…) y otra cosa es que teniendolos todavia «ellos» se enfaden con el comensal y no traten de compensarle…..
Cada uno tiene q saber dnd esta y a donde va y ser consecuente pero hay cosas que deben de ser semejantes e irrenunciables para cualquier negocio pero cuanto mas cobren, mas exijo.
o es que hay alguna diferencia en buscar un servicio de comidas y exigir que este bien a que llames por ejemplo a un electricista a tu casa para una obra y si te lo deja mal hecho no dices nada?, para mi es lo mismo, pago y pido que este a la altura de un buen trabajo, y en los restaurantes su trabajo es dar bien de comer y dar un buen servicio…..
Siento el retraso en la respuesta. Agradeciendo vuestras opiniones, creo que el objeto del post no ha sido entendido por algunos de los comentaristas. El penúltimo párrafo trata de dejar claro que no pretendo exculpar a quienes maltratan al producto o al cliente.
La cosa va de cambiar esa actitud que veo a mi alrededor de ir a la caza del error.
encantadisimo, totalmente de acuerdo en la utilidad de la crítica, pero mi experiencia me dice que son pocos los que se atreven a decirle al restaurante que esto no les ha gustado por esto o por aquello. En eso somos cobardes y preferimos poner a caldo al restaurante por esos blogs de dios. En eso estoy un poco de acuerdo con Ose. La fortuna es que los blogs hoy en día tienen una repercusión minúscula tirando a ínfima. También he podido constatar en primera persona que los restaurantes no están muy acostumbrados a que les digan que algo está mal.
El ejemplo de Tony me viene al caso. No creo que a Tony le guste el pan más que a mí. Pero si voy a comer o cenar y el pan es malo, me limito a dejarlo aparte y a dedicarme al resto de la comida. De hecho, me pasó el viernes, que estuve cenando con amigos en un restaurante en el que el pan era lamentable. Pues oye, me dediqué a la quisquilla, los percebes, la nécora, la lubina y las almejas y no permití que el pan me fastidiara una cocina de producto excelente. El resultado, estupendo. El pan malísimo, eso sí, pero el conjunto de la cena una gozada.
saludos,
pisto
Como tantas cosas en la vida, todo es cuestión de perspectiva. Infeliz será no obstante quien vaya a comer a casa de un amigo (cosa que me encanta, tanto ir como recibir) y exija a una comida cocinada con las propias limitaciones del amateurismo, prestaciones de primera fila. Eso si que es un error grande y doloroso. Pero ser exigente en el restaurante no es solamente un pasatiempo, es una manera de contribuir a que los que vengan detrás no sufran los mismos fallos que tu sufres, o a que cuando regreses no vuelvas a pasar por lo mismo. Pero vamos, en el restaurante, en la administración pública o en el tren. Cuando yo me llamo profesional de algo estoy poniendo el listón a un cierto nivel de expectativas. Cuando el precio viene marcado en función de esas expectativas y no las cumplo, estoy haciendo mal mi trabajo y engañando a mi cliente. Así de claro. Otra cosa diferente es lo que el típico españolito suele hacer en esos casos. El maître viene y con toda su cara dura te pregunta si la ventresca estaba buena. A ti te pica la boca todavía de lo viejo del pescado y simplemente asientes. No vuelves al restaurante, pero no le cantas las cuarenta. el resultado es que seguirán sirviendo un género que debían haber tirado. Y acabarán cerrando, claro está. Yo si tuviera un blog y hablara de restaurantes lo que nunca haría sería escribir cosas en él que no hubiera dicho en la cara al chef, al maître o a los dos. En otros países, fundamentalmente anglófonos, la cultura del restaurador y del cliente hace que la opinión del cliente sea tenida en cuenta, y que el clienteavise cuando algo no ha estado a la altura, y añada que le darás otra oportunidad de mejorar las cosas, que es de lo que se trata. Con nuestra actitud de simplemente apartar el pan estamos haciendo un flaquísimo sabor a nuestra sociedad del «todo vale».
Hola Pisto.
Yo creo que ante todo hay dos opiniones de reaccion ante una cena o comida,uno es cuando uno va con asunto de negocios o empresa o amigos y otra es cuando va por referencias a comer a un restaurante,por referencias de comer algunas especialidades entre su carta ,y de su servicio ,en esta segunda opcion despues de un monton de avatares de experiencias propias de muchos sitios,y de escuchar a un amigo o conocido de poner esa persona su estrella en cuanto a lo que ha comido alli y lo bien atendido que ha estado,te ha creado unas expectativas las cuales las llevas de antemano antes de sentarte a la mesa.
Pero para crear una valoracion de hay que contar con el factor humano y hacer la tentativa una segunda vez,porque las circunstancias de un dia a otro pueden variar,el cocinero puede estar de baja ese dia y el arroz caldoso con marisco lo ha hecho ese dia el 2 de cocina ,que a el camarero un momento antes de llegar nosotros le ha metido el jefe una bronca y lo hemos pillado en ese momento,seco y no amable .
En el caso que no coincidiese lo que esperamos en la forma de ser atendidos o el plato no tuviese que ver en el sabor recomendado por nuestro conocido o de otras referencias ,seria en la segunda vez y entonces actuar en consecuencia y exponer los motivos de nuestra queja al gerente o dueño del establecimiento,hablandole francamente de lo que uno esperaba segun las referencias y que le ha defraudado a uno ,diciendole que es para bien suyo y que tiene que corregir estos errores.
Pues a lo mejor no sabe que se esta minando su propio negocio por culpa de alguien,pues yo creo que alguno de nosotros habra hecho la cruz a alguno por mal servicio,o cualquier otro punto
Lo de comentar en el restaurante las cosas que no han estado bien es lo que habría que hacer si, como bien indica Fernand, lo que se pretende es mejorar, pero a menudo nos encontramos con limitaciones. Suelo soltarlo todo cuando me preguntan y, en algunos casos, me atienden con interés y la aparente voluntad de subsanar errores. Pero también sucede que, si las cosas que no me han gustado son varias, a la segunda el receptor deja de prestar atención y pone esa cara de hastío como si pensara que uno es un tiquismiquis de esos que no encuentran nada bien, con lo que el efecto reparador se va directamente al traste, además de quedarte con la frustrante sensación de que has hecho el imbécil. Eso sucede muy a menudo.
Si no me preguntan y me encuentro con un error grave (pescado muy pasado, plato frío….), por supuesto que llamo al camarero, le cuento lo que pasa y, en la mayoría de los casos, se reconoce y subsana el error. Pero si se trata de pequeños y múltiples detalles no vas a incordiar a un servicio, que en muchos casos sufre de stress, para contarle como debería mejorar su negocio a nos ser que desees quedarte de nuevo con la cara de imbécil. En esos casos lo mejor es pasar de todo y no decir nada.
Dicho esto y releyendo los comentarios de este interesante hilo me encuentro con la repetida opinión de que estamos obligados a comentar en directo todo lo que no nos ha gustado antes de publicarlo en algún lugar público. Pues mira por donde, no estoy de acuerdo con ese planteamiento, al menos en términos absolutos.
No somos hermanitas de la caridad que debamos ir anunciando por anticipado cualquier opinión desfavorable (o favorable) de una experiencia. En muchos casos –como he indicado anteriormente- se percibe poca receptividad, en otros no se da la oportunidad y en el resto pues, simplemente, no apetece. Te vas tranquilamente sin comentar nada y eso no impide que luego lo publiques o lo comentes con quien te de la gana….. faltaría más!!. Estamos hablando de experiencias o detalles insatisfactorios por los que hemos pagado religiosamente lo que se nos ha pedido y, si la cosa ha ido mal o no ha cubierto las expectativas, no es nuestro problema ni, por supuesto, somos responsables de nada. Si vas al cine y no te ha gustado la película no se te ocurrirá contactar con el director, el guionista o los actores para explicarles lo que has visto mal; simplemente te quedas con la decepción e intentas advertir a tus amigos o colegas para evitar que tiren el dinero…. y no pasa nada, no hay atisbo de traición es este tipo de comportamientos. Una opinión personal (que, por supuesto, puede ser cuestionable) es algo que nos pertenece y tenemos el derecho a expresarla cómo, cuándo y a quién nos de la gana pero, eso sí, con la verdad por delante y con el debido respeto. Nosotros somos aficionados y ellos son los profesionales y como tales deberían comportarse ante opiniones desfavorables, sea cual fuere el medio en el que estuvieran expresadas.
Estoy de acuerdo con encantadisimo. Comer en un restaurante es una experiencia poliédrica. Requiere mucha atención disfrutar al detalle de lo que estás comiendo, así que comidas de negocios o incluso con amigos te pueden distraer. Es para mí como conducir y hablar por el móvil, tendría que estar prohibido si pretendemos juzgar un restaurante. También creo que si vamos con esta intención, deberíamos exigirnos condiciones específicas , lease por ejemplo, tener hambre, no estar acatarrado y de buen talante. Por lo demás, el margen de error es muy subjetivo. Salvo como dice encantadisimo, que el fallo sea mayúsculo y a sus ejemplos me remito, los comentarios que uno pueda hacer suelen ser recibidos con una sonrisa benevolente, a no ser que seas de la Michelin o amigo de la casa. Sinceramente, si algo no es de mi gusto pero no es técnicamente reprobable, no suelo hacer ningún comentario peyorativo ni observación crítica porque es inútil y a lo peor injusta. Generalmente además, el chef está muy ocupado para escuchar lo que tiene que decir el de la mesa 6. Lo que hago es simplemente no volver. Las leyes estadísticas decidirán el destino del negocio.
Totalmente de acuerdo con encantadísimo. Somos libres de manifestar nuestra conformidad o disconformidad en los foros que consideremos convenientes. Los responsables de las decepciones de las que venimos hablando a veces disponen de buenos altavoces para dejar claro lo artistazos que son.
También de acuerdo en lo de no molestar al servicio ya estresado de por sí. Estas cosas dependen en gran medida del carácter de cada uno:: en muchas ocasiones, entendemos por protestar pagar los platos rotos (incomibles) con el más débil, sólo por avasallar y dejar claro que, ya que hemos comido de pena y hemos sido tratados sin respeto alguno, al menos tenemos razón y se lo vamos a hacer saber a todo el que quiera oirlo. Otras veces la decepción es tan fuerte que uno se queda anonadado y sin capacidad de reacción y, aunque sabe quién es el responsable, la decepción en un primer momento puede más que el enfado.
Cuatro personas ven la repetición de un penalti y cada una tiene su opinión.
Puede que no nos hagan caso en nuestras reclamaciones si le hacemos observaciones acerca del sabor, punto de cocción, tipo de salsas, etc, pues quizá a los de la mesa de al lado también les ha parecido una mierda, pero por no atreverse a decírselo le han comentado que es de lo mejorcito que han probado, por tanto él piensa que quien está equivocado eres tú. Los de la mesa de al lado saben de interné, tienen un blog gastronómico y le ponen a caer de un burro al del restaurante porque ese plato es una mierda. Resultado, tú no vuelves porque no te gustó, los de la mesa de al lado tampoco y los lectores del blog menos todavía porque se asustan. Y mientras ese peaso de profesional con el salón vacío se pregunta que carajo está haciendo mal.
Ose, los de la mesa de al lado son unos mentirosos y contra esos el único remedio es saber detectarlos.
Ose,
¿Y si los de la mesa de al lado salen levitando por la calidad de la comida, el servicio recibido, la carta de vinos y el justiprecio de la factura y como saben de esto de la web van y lo cuentan en un blog gastronómico, lo cual ayuda a llenar el restaurante muchos días y muchas noches?
Cuando empezamos a preocuparnos en exceso de la inmediatez y difusion de determinados canales sólo en situaciones de descontento, malo.
Pisto, cuando voy a un restaurnate desde luego que voy a disfrutar, igual que cuando voy al cine, como decía encantadísimo, pero puedo encontrar cosas que no me gusten en una película y en un restaurante, pero si el conjunto es satisfactorio no me marga la pelicula una mala escena ni un mal pedazo de pan.
No obstante, podré comentarle al maitre, ¡si me pregunta!, lo que me ha parecido la cena y lo del pan según lo bien que me caiga. Pero esto no me arruinará la comida, mientras hablemos de detalles que sean asumibles o tolerables por el cliente. Cualquiera pouede tener un mal día o un fallo puntual. Como bien dices es mejor abandonar el pan en un rincon de la mesa antes que pasarse la cena mirándolo y lamentándose de lo malo que está.
Saludos y felicidades
Pasa que lo malo corre como la pólvora y un comentario negativo tiene mayor audiencia que otro adulador. De todas formas, iríamos mucho peor si un restaurante dependiera su éxito únicamente de lo bueno – o malo – que se escribiera de él en interné.
Mi humilde experiencia, que es mía y puede ser errónea, me dice que los restaurantes que mayor afluencia de público tienen o mas dinero ganan, son aquellos que simplemente tienen una reseña en alguna web local, que ni tienen güeb propia o como mucho, su sobrino le ha preparado una presentación infumable con pogüerpoin.
Una muestra, en Trujillo existe un famoso restaurante, que atesora críticas devastadoras y merecidas, aunque también encuentras (los menos) defensores en Internet, pero el garito está todos los días a rebosar. Inexplicable?, quizá, pero como bien dice Pisto en el post, debemos de ir a un restaurante a disfrutar y por supuesto el baremo de exigencia de cada cual, es distinto.
Estos dias he estado en Barcelona y he comido en varios sitios. El primero un chiringuito mejicano fast food de la parte alta de la ciudad para recordar viejos tiempos. La comida era la de siempre sin un ápice de variación en años. Calidad mas bien discutible. No hay comentarios para nadie porque todo el mundo sabe lo que se espera de ahí: un par de cevezas, enchiladas, nachos, etc.
El segundo fue un local de comidas a menu de mediodia a 12 euros en Sarriá. Verduritas frescas perfectamente cocidas y un filetito de carne con patatas fritas naturales y melocotón en almíbar. Perfecto, salí muy contento de haber disfrutado comida sencilla de calidad. Los dueños no esperan opiniones gastronómicas porque no hace falta, así que buena propina, nada más.
Tercer restaurante de cocina catalana con mas pretensiones. Pa torrat amb tomaquet fabuloso. Bacalao con sanfaina: cocción del bacalo en su punto, con sus lascas sueltas pero jugosas, quizás excesivamente desalado. La sanfaina era mas bien ratatouille, poco trabajada. Me voy con el recuerdo del pa amb tomaquet y les digo que todo muy bueno. No es momento de discutir el punto ni de la sanfaina ni del desalado del pescado.
El cuarto fue una marisquería pija que ya conocía a la que suelen invitarme generosamente. Arroz con bogavante después de un pica pica de chorraditas buenas como chanquete (legal? congelado seguro), ventresca, berberechos al vapor y todo eso. El arroz esta vez estaba algo seco y pasado, una pena para un plato tan innecesariamente lujoso. El local abarrotado como siempre, mil sonrisas y atenciones. Ellos ya saben que su arroz hoy ha fallado y no hace falta decir nada.
El quinto y último fue de unos cogotes de merluza de pincho al horno, sal y aceite en su punto. Patatitas torneadas hervidas con precisión y unos champiñones de botón (del Sr Patrás) salteados con perejil. Colosal! Esto fue en casa y comprado en la Boquería que es donde para mi empieza a cocinarse el plato.
En fin, como veis no hubo muchas oportunidades para comentar nada. Claro que esto es comida sencilla. Y esto es así casi siempre.
Hola nopisto, por pura casualidad vine a parar en tu blog y me ha encantado encontrarte, felicidades por él, me ha encantado.
Yo andaba buscando una información sobre Ikea, vi tu blog, entré y ya me quedé un ratito leyendo interesada.
Sé, que lo que te voy a escribir aquí no tiene nada que ver con el tema, pero es que cerraste los comentarios del de Ikea y allí no puedo darte la información que quiero.
Como leí que te encantaba la cebolla frita que vende la tienda de Ikea y yo tengo el secretillo para hacerla en casa, pensé que igual podía compartirla con vosotros.
Es muy sencilla de hacer, te explico.
Primero los ingredientes:
Cebolla, azúcar, harina, sal, aceite y leche. (Nadita más)
¿Cómo la hacemos?
Antes que nada picamos la cebolla (como para hacer un refrito pero algo más pequeña) la introducimos en un recipiente de plástico (no metálico) y la cubrimos de leche entera (no desnatada) la tapamos y la dejamos reposar dos horas o más.
Luego la colamos y la escurrimos bien, por último, la pasamos toda por harina, añadimos la sal y tres cucharaditas de postre para una cebolla grandota, queda como pastosa, no te asustes jeje es así, la mueves con las manos o con una pala de madera.
En la sartén ponemos a calentar el aceite (oliva, girasol eso ya al gusto) y vamos friéndola en pequeñas porciones, una vez en la sartén la vamos separando con dos palas.
Cuando tomen el color de las de Ikea, ya están preparadas, las dejas escurrir el aceite sobrante en servilletas y listo.
Quedan increibles, nada que envidiarle a las de Ikea.
Bueno, espero que a ti y a tus visitantes, les guste el truquito, lo pongan en práctica y me cuenten.
Me seguiré pasando por tu blog.
Un saludo.
Pisto con tu permiso…
He leído un rato todo lo que habéis dicho y dejando a un lado que lleváis un buen rato hablando de lo mismo y totalmente de acuerdo en todo todos (lo cual demuestra que sois gente muy sesuda y correcta) pienso que estáis bastante en lo cierto salvo en la importancia real de cuanto se dice, se critica o se negativiza en los blogs…
Somos un colectivo corto y tirando a endogámico. Un grupo de unos dos mil individuos que no proyectan su opinión mas alla de estas «paredes» virtuales. No nos gustan los Riojas corrientes pero son los mas vendidos. No nos gustan los restaurantes sin «alma» basados en formulas gastadas y que maltratan al cliente y al producto pero esos son los que triunfan, salvo que haya mucha suerte o que la cosa sea mas que desastrosa sangrante.
Que uno no disfrute de una cena o comida, por lo tanto, porque extrema su apreciación de los defectos, por desgracia, a quien mas afecta es a uno mismo… y probablemente a nadie mas.
Esa deberia ser la principal razón por la que deberiamos acudir mas dispuestos al disfrute a un cita con la cocina que a la critica, constructiva o no… y no otras.
Y dicho esto, un placer leerte Pisto, volveré con tu permiso a esta casa que nunca había visitado… (¿?)
Pues estoy de acuerdo en lo de ir a disfrutar de la comida y en dejar la crítica, pero en estos días que corren y que seguro que pasarán es necesario que todos hagamos una autocrítica: nosotros en ir a disfrutar y no ir de estupendos por la vida; ellos, los cocineros y hosteleros preocuparse de hacer especial a cada cliente pues, ahora más que nunca, comer desde un bocata a una tapa o un menú degustación es un «sacrificio» y sólo para días especiales. Y luego no hay que olvidar nunca que el cliente es un consumidor con derechos y obligaciones, como el dueño de un restaurante y el cocinero.
Quizá haya llegado el momento de racionalizar esta hostelería nuestra, repleta de horarios imposibles y de falta de formación y gracia para que se acerquen jóvenes con ganas de hacerlo bien o de participar en esta locura gastronómica. Pero éste es otro tema.
Un saludo
Roberto
Muchas gracias Yloi, aquel post lo tuvimos que cerrar por razones agenas a la gastronomía, pero tranquilo, que tu receta queda. Intentaré meterla en el otro post.