No hay nada como salir de casa para percatarse de lo mucho que se hace bien por ahí fuera. A veces en la ciudad de al lado, a veces en otra provincia, esta vez en una pequeña ciudad de Francia.
Lo que pretendo reivindicar con el post es la belleza de lo pequeño, sobre todo cuando redunda en el bien del consumidor (en el caso que nos ocupa, del comensal). La pizarra que se puede ver en la foto es la carta de un pequeño restaurante francés consistente en cuatro entradas, cuatro platos de fondo, un queso y cuatro postres. El comensal no tiene otra que elegir un primero, un segundo y un postre y, a cambio, pagará 28 euros, 19,6% de IVA incluido. En efecto, el precio del menú, tal y como sería citado en España, es de 23,45 euros + IVA.
Lo de menos es que las credenciales del chef sean inmejorables (fue segundo de cocina en Taillevent), o que se coma realmente bien en el restaurante. El post no habla de un restaurante sino de una filosofía. De la filosofía de «haciendo pocos platos puedo controlar los costes y ajustar los precios, dando muy bien de comer sin necesidad de ser rico para salir a cenar».
Es una filosofia que encaja perfectamente con una sala pequeña (35 comensales), una carta de vinos pequeña en la que hay 12 vinos por copas y un equipo pequeño. Todo es cercano, todo es abordable, todo es cálido. Y es bueno.
Pisto, ¿Dónde está este restaurante? Por aquello de si por casualidad pilla un día de paso 🙂
Saludos
Pues sí, esa ha sido exactamente mi reflexión tras un reciente viaje a Estrasburgo y un par de muy buenas cenas en dos restaurantes con menús parecidos y con esa doble fórmula de un precio para dos platos (1º y 2º, o 2º y postre) y otro para tres (1º, 2º y postre), con algún plato especial con suplemento y una pequeña carta de buenos vinos de buen precio. El paraiso para los que nos gusta comer y beber. Y debemos ser muchos, porque ambos restaurantes estaban abarrotados…
Y la pregunta es ¿para cuando en España? O más bien, poniéndonos en plan pesimista ¿porqué no en España? ¿Realmente no existe un espacio intermedio entre los menús del día de 8 € sin pretensiones gastronómicas y los menús largos y estrechos de 60, 90 o 150 € con pretensiones más o menos fundadas de estrella michelin?
sobre vino,
el restaurante se llama Le Petit Comptoir y está en Angers, Francia. No es un restaurante que merezca un desplazamiento, aclaro. Es un magnífico bistrot.
romano loco,
en Francia es muy habitual la «Formule», que es exactamente lo que dices. En este caso, no es una Formule por cuanto la carta es brevísima, y no hay opción de pedir platos sueltos.
Si que hay opción de pedir platos sueltos. Al principio pone que se puede pedir un entrante y un plato o un plato y un postre por 19€.
La fórmula me parece estupenda, aunque es la misma que la de nuestros menús del día, aunque imagino que de más calidad.
No es cierto, nopisto, no es cierto ;-))))
A mediodía permite pedir una combinación de entrée+plat o plat+dessert por 19 euros. Pero «uniquement au dejeuner»
Hay una diferencia básica con nuestros menús del día (además del precio, claro): ésto no es un menú ad hoc, paralelo a la carta del restaurante y pensado ex profeso para que resulte barato y atraer a oficinistas hambrientos. Ésto «es» la carta del restaurante. Su única oferta gastronómica. La que expresa la cocina del cocinero en cuestión.
Personalmente me parecen muy interesantes este tipo de restaurantes, se puede comer muy bien y a buen precio.
Qué bonito, qué bonito… el post, las fotos y lo que subyace debajo.
Me recuerda a uno de los dos sitios donde he comido mejor últimamente, ni el más cómodo, ni el más burgués, el mejor.
La foto de la pizarra me gustaría haberla hecho yo.
Estoy de acuerdo contigo. Es más, yo he tenido por lo general mejores experiencias en Francia comiendo en bistrots y brasseries del estilo del que comentas que en algunos restaurantes de supuesto nivel segun la Gault-Millau ó la Michelin.
toni,
los bistrots y brasseries tienen un indudable encanto, por más que también existan en versión abominable.
en el caso que nos ocupa, se trata de un bistrot que tiene un bib gourmand (el careto sonriente del bibendum) en la guía Michelin.
Curiosamente, dos de mis más grandes fracasos en Angers son debidos a restaurantes en la guía Michelin. Pero, al tiempo, alguna de mis mejores comidas en el Loira, son debidas también a la guía. Así que uso las guías como -supongo- todo el mundo. Identifico alternativas y luego decido viendo la carta y la pinta del local.
pisto