Los mercados de Palermo, Catania, Siracusa… recuerdan más a una kasbah magrebí, que a los higiénicos mercados europeos. Para que os hagáis una idea, el equivalente más próximo serían nuestros mercadillos de pueblo.
En Palermo el mercado más famoso es el de Vucciria aunque ahora mismo está atestado de turistas por lo que los locales dirigen sus pasos al más interesante mercado de Capo. Los de Catania son los más grandes e impresionantes y el de Siracusa, en la coqueta isla de Ortygia, el más encantador de los cinco que visité.
En Italia se rigen por el mismo uso horario que en España pero al estar bastante más al Este amanece y anochece mucho antes y al igual que la vida de la población en general. Los mercados abren pronto, hacia las 4 de la mañana empiezan a llegar los pescadores, a las 5 los fruteros y verduleros y a las 6 son ya un hervidero de compradores. Una tradición que se lleva realizando igual desde hace 700 años.
Una vez montados los tenderetes los pescaderos disponen la mercancía recién extraída del mar e inmediatamente comienzan a resonar las voces que gritan las bondades de los productos que les ha llegado esa misma mañana en una escena que recuerda mucho a Ordenalfabétix, el pescadero de la aldea gala de Asterix. Entre otras, tienen la costumbre de atar un sedal de la cabeza a la cola, de forma que cuando le llegue el rigor mortis el pescado quede arqueado. Algo que no había visto en ningún otro sitio y que no puedo decir me emocione demasiado.
No deja de sorprender que pese a la cercanía y compartir las mismas aguas existen una infinidad de variedades de pescado distintas a las que se encuentran en las costas españolas. Además de los sonrosados salmonetes, los gigantescos emperadores con sus impresionantes espadas y las relampagueantes llampugas, existen una serie de variedades que jamás había visto, como unos pequeños pescaditos a mitad de camino entre los boquerones y los peces espada que simplemente rebozados y fritos resultaban deliciosos (si alguien conoce su nombre en castellano que no dude en comentarlo), por no hablar de las espadas, gigantescas serpientes plateadas de afilados dientes cuyos cuerpos recuerdan las hojas de una espada medieval.
Si los pescados impresionan, las verduras no les van a la zaga, enormes calabacines del tamaño de la pierna de un niño, originales coliflores moradas e impresionantes tomates de infinitas variedades y formas: grandes, pequeños, secos, en aceite, en rama, en lata… que, si ya frescos son deliciosos, en su versión seca se me antojan imprescindibles en la cocina.
El apartado de carnes es menos exuberante, la mayoría de las carnicerías están ubicadas dentro de locales, aunque si que se ven algunos corderos abiertos en canal y bastantes puestos de casquería, cayos, mollejas, lenguas y pulmones que constituyen los ingredientes esenciales para una de las especialidades callejeras de Palermo, los bocadillos de milzie.
Por supuesto, y como habéis comentado ya las condiciones higiénicas no son las mejores del mundo, sobre los puestos suele haber ventiladores para ahuyentar las moscas, y después de los humanos los principales habitantes del mercado son los gatos. No ví ningún inspector de sanidad y la impresión general que me dió es que el concepto de autoridad aquí es muy relativo. Solo hace falta ver como conducen.
Pero a estos mercados no solo se viene a comprar y aprovisionarse. Aquí también es posible disfrutar de contundentes comidas callejeras, como el panelle (harina frita de garbanzos) o los milzies (populares bocadillos de entresijos), y el pulpo hervido con limón. Además de disponer de curiosos personajes que por un módico precio te asan en improvisadas parrillas los productos que acabas de comprar. ¿Quién necesita alquilar un apartamento con cocina?
Nopisto
Una de las practicas más usuales en las pescaderias ,según va avanzando la mañana,es la de rociar con agua la mercancia,igual que aqui, pero en este caso el material utilizado es una esponja infecta que se empapa del agua de un cubo todavia más infecto….conviene madrugar por lo tanto.
Esos pescaditos, a mitad de camino entre los boquerones y los peces espada, los he visto alguna vez por aquí y creo que les llaman «agujas». Efectivamente, son deliciosos.
Bonito reportaje; espero impaciente las próximas entregas;-).
Yo también soy un enamorado de Sicilia, me la he pateado arriba y abajo y me encanta ver ahora estas fotos y textos.
La Vuciria me ha encantado siempre y la comparación con un zoco o una casbah es muy buena, con esas velas cubriendo las calles como en el Magreb.
Para comidas callejeras, propongo también la imagen de La Scala, junto al mar, en un barrio casi peligroso, donde sirven esos cucuruchos de caracoles de mar, alucinantes.
Felicidades, da gusto ver cómo se disfruta de lugares tan imprescindibles como éste. La gente se va a Thailanda, y está muy bien (no lo critico), pero muchos de los que conozco que se han pateado la India no conocen Sicilia.
Saludos!
Joan
Excelente entrada y excelentes fotos. Me ha llamado muchímo la atención las colifores moradas. Nunca las había visto (ni en foto).
Saludos
¡Que envidia!, la asepsia de los mercados y tiendas españolas, ha venido siendo directamente proporcional a la pérdida de los sabores. Cuanto más perfecto es un tomate, más redondo y más uniforme, más insípido, y qué decir de los pescados estabulados…
Seguro que la comida comprada en esos mercados tiene un sabor profundo…
Estuve la semana pasada por primera vez en Sicilia y aluciné. Me encantaron los mercados al aire libre de Palermo, todo parece de otra época. Los pescados y la variedad de tipos de berenjenas fue lo que más me impresionó.
¡Muy buen post!
Me encanta visitar los mercados de los lugares a donde puedo ir.Voy a Palermo este fin de semana…y he leido tu mirada sobre el mercado…una buena pista.
Me voy a Sicilia en poco más de 2 semanas y después de leer este bloc, aún tengo más ganas!!!
Muchas gracias por la información